Te grite, te dije que me cansaste (como normalmente lo hago) sin ninguna excusa de por qué lo hice. Me dijiste tranquilamente (cansado de que trate mal por nada) tantas cosas, y me quede pensando “que palabras, dios mío”.

Tus palabras hicieron que me quede callada y me ponga a pensar. Nunca me paso, me hiciste pensar mucho, en quienes me quieren de verdad, en quienes merecen que los trate bien… tus palabras estaban llenas de sentimiento y cada palabra me lastimaba más… me has enseñado como caminar y hacía dónde hacerlo. Eres único. No quiero fallarte nunca… si lo hago, no me hables más, no me digas nada, nunca. Si creíste en mí solo te pido que vuelvas a hacerlo. A mi tus palabras me han hecho aprender, me han hecho crecer, me han hecho sentir.
Te lo agradezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario